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viernes, 21 de noviembre de 2014

Lolita. (Poema)

Los atormentados casis bailaban entre los retales,
Los quizás habían quedado perdidos en el viento,
Y los “siempres” se desvanecían entre tus rizos.

Tus pupilas vacías se clavaban en el suelo,
Incapaz de observarme,
Mientras los prejuicios se enredaban con la injusticia.

Cristales líquidos quemaban en el mármol inquieto,
Había un vaivén de esferas justo encima de tus labios,
Desgarrar de un esqueleto,
Era lo último que quería.

Vos, tú, usted, da igual,
Pequeña retahíla insegura,
Bomba.

Quemabas,
Ardías,
Y la hojarasca cerraba tus parpados.

El silencio era tal,
Que podrías haber sido un cadáver exhumado,
Las rojeces en tus mejillas,
Te daban la única vida.

Palpaste con tus dedos visuales,
Mi cara lozana,
Me rasuré por ti, Lolita.

Una línea curvea,
Rosada y azul en los extremos,
Mostraban tus dientes pálidos,
Y cómo tu lengua jugaba con soltar palabra.

Cuerdas rojas anudadas,
Impedían la libertad,
De ti, de nosotros.

Corte, rotura,
Te dejaste entonces,
Pude verlo en tus astros llorosos.

Y contemplé el cielo entre árboles,
Y lo deseé.

Los harapos albinos que deseabas deshacer,
Medio colgando en el suelo,

Agua tibia,
Encerrona,
Y libertad.

Recuerdo cómo tus labios,
O los que solían ser tuyos,
Susurraron,
No.

Y juro haber sentido los segundos,
Haber acariciado las horas,

En aquel jardín apagado.
                                               
                                             Seima Ramírez

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